LA COSMÉTICA.
La cosmética esta integrada como disciplina de las ciencias de la salud.
Los cosméticos son mezclas de compuestos químicos (o derivados de fuentes naturales) destinados a ser aplicados de manera superficial sobre alguna parte del cuerpo con objeto de mejorar su aspecto general, apariencia, color u olor sin afectar a su estructura o función.
Sólo cumplen una función de embellecimiento, estética, nunca curativa, y su uso siempre es externo, lo que implica que ningún producto que se introduzca en el cuerpo puede ser considerado un cosmético.
LA BELLEZA HUMANA.
Aunque existen cánones armónicos universales el mercado se ha convertido con el tiempo en el delimitador de la belleza. Trascendiendo lo subjetivo ha extrapolado un patrón comúnmente aceptado de la misma que el consumidor ha aceptado de buen grado aun sabiendo que es inalcanzable y particularmente trabajoso.
El concepto de belleza se va construyendo con el refuerzo constante de la imagen: la prensa especializada y del corazón, la televisión, la fotografía, el cine y los videos: cosmética, mentiras y cintas de video.
EL MERCADO DE LA COSMÉTICA.
La búsqueda de esa efímera perfección por la población obliga al uso continuado de cosméticos cuya producción en cadena explica el crecimiento de una industria que se ha ido haciendo accesible a todos los bolsillos lo que justifica que en más del 40% de los hogares en EEUU haya algún producto asociado al cuidado facial y que el consumidor español gaste una media de 137 euros al año en productos de cuidado personal.
La industria cosmética tiene todo en su mano para el éxito. Vende imagen, belleza, bienestar, placer, confianza, evasión, ilusión, cuidado personal y mental. Los productos cosméticos se venden solos pero… todo es poco.
PUBLICIDAD ENGAÑOSA EN COSMÉTICA.
En el marco del versátil rol de género, en mayor medida sobre el sexo femenino, se concentra una agresiva estrategia de consumo que influye permanentemente mediante distintos recursos publicitarios más o menos sutiles para convencernos de la imperiosa necesidad de adquirir productos de belleza de dudosa utilidad:
- Inventando debilidades de la piel y del cuerpo invisibles a simple vista (falta de tersura, tono apagado).
- Añadiendo a los productos tecnicismos pseudomédicos que rayan en el fraude (efecto botox, cremas laser)
- Atribuyendo propiedades cosméticas a productos que no solo deben aplicarse sobre la piel sino que se hacen partícipes de una incierta “dieta sana” (aguas desintoxicantes, antioxidantes naturales).
A está construcción artificiosa se añade la cirugía estética obsesiva «que evitará el envejecimiento», el ejercicio físico inmoderado «que ralentizará el declive fisiológico de la edad», el cuidado del cabello «que nos hará ver como modelos profesionales», etc.
Integramos paulatinamente como verdad absoluta la idea de que la belleza se tiene que obtener a partir del trabajo esforzado, de la disciplina, de la dieta, del ejercicio físico, de los suplementos y en definitiva de un coste personal y económico elevado que somete al individuo contemporáneo a una vigilancia social permanente de su aspecto.
SOMBRAS EN COSMÉTICA.
El problema lo encontramos cuando en la búsqueda de esa supuesta belleza inventada artificialmente la persona no se integra socialmente y siente que no es aceptada por la colectividad; cuando en vez de un tiempo de disfrute privado la cosmética se vuelve en un yugo comunitario, en una fantasía de apariencia y falso atractivo, de armonía corporal ficticia y magnificencia fátua que deviene en frustración.
Algunos rechazan por completo caer en los dictados del mercado y hacen de la fealdad y de la falta de cuidados bandera activista cuasi política. No parece una una buena solucion.
LUCES Y SENTIDO COMUN EN COSMÉTICA.
Hay que disfrutar de los productos de belleza y de cuidado personal. Es altamente aconsejable parar el reloj durante un rato y relajarse disfrutando de olores, texturas y efectos de los cosméticos sobre la piel y el cabello. Es aconsejable elegir productos fijándose en el espíritu de las líneas, probando las muestras, leyendo los ingredientes y preguntando a quien nos puede dar una información veraz y objetiva, como haríamos con cualquier otro bien o servicio, esquivando comentarios comerciales sesgados y la descripción comercial del producto en el envase como únicos referentes de nuestra elección.
Como en cualquier ámbito vital es humano, lícito e incluso aconsejable tratar de mejorar nuestro aspecto externo, pero caer en falacias mercantilistas y apoyar con nuestra soberana decisión de compra empresas que tratan al consumidor como idiota no parece la mejor manera de enfocar una cosmética que, no podrá evitar que el reloj avance pero, puede hacernos la vida más agradable y disfrutar del placer de su uso.
Como resultado de este análisis desde este blog realizamos una incursion amable que aportará una información útil y sin sesgo comercial en este campo: COSMÉTICA, MENTIRAS Y CINTAS DE VIDEO.
En dermalicante proponemos tratamientos cosméticos contrastados sin promesas vacías ni interés comercial alguno.